Lenguaje: Literatura de Ciencia Ficción

 INTRODUCCIÓN

La ciencia ficción es un subgénero de la literatura de ficción (narrativa, principalmente), cuyo principio radica en la creación de relatos especulativos en torno al impacto de la ciencia y la tecnología en la vida del ser humano.

Tradicionalmente se piensa la ciencia ficción como un género que sueña con los mundos futuros y con capacidades tecnológicas venideras, consideración que hace al género depender enormemente de una capacidad adivinatoria, como la que se atribuye a Julio Verne, escritor que predijo los viajes en globo y en submarino en sus novelas de aventuras.

Sin embargo, la propuesta de la ciencia ficción es mucho más compleja. El abanico de temas que suele interesarle va desde futuros distópicos y sociedades futuras, hasta mundos paralelos, robots, viajes interestelares o en el tiempo, realidades virtuales, culturas alienígenas o dilemas físicos de la realidad conocida. Cualquier tema que plantee un relato ficcional sostenido en la extrapolación (exageración, suposición, teorización) del discurso de la ciencia y la tecnología puede pertenecer a este género narrativo.

Los autores han cultivado profusamente el género del cuento y de la novela, si bien es posible hallar obras inscritas en este género en los medios del cine, la animación, el cómic y los videojuegos. Esto se debe a la enorme popularidad que el género ha adquirido desde mediados del siglo XX hasta principios del XXI, convirtiéndose así en uno de los imaginarios populares más en boga y más explotados comercial y artísticamente.

Origen de la ciencia ficción

Si bien existen obras literarias muy anteriores a la creación del género pero que bien podrían considerarse sus antecesores, como Frankenstein de Mary Shelley, las obras de Julio Verne, e incluso los mitos del Golem, se estima como inicio de la ciencia ficción a los inicios del siglo XX.

Características de la ciencia ficción

La ciencia ficción indaga en los sueños y fantasías de la humanidad.
En líneas generales podemos identificar la ciencia ficción como un género caracterizado por ser:

  • Eminentemente narrativo, ya sea de largo o corto aliento, aunque existen también raras incursiones en el mundo de la poesía.
  • Interesado en el discurso científico y tecnológico, así sea como excusa para interrogarse respecto a la realidad, el tiempo, la vida, la muerte y otros asuntos trascendentales de la humanidad.
  • Tener cierto margen de predicción tecnológica, atribuible más que nada a que este género indaga en los sueños y fantasías de la humanidad que la ciencia se empeña en hacer realidad.

Ejemplos de ciencia ficción

  • Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne.
  • 20.000 Leguas de viaje submarino de Julio Verne.
  • Yo, robot de Isaac Asimov.
  • Cita con Rama de Arthur C. Clarke.
  • Crónicas marcianas de Ray Bradbury.
  • Soy leyenda de Robert Matheson.
  • La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares.
  • Neuromancer de William Gibson.

Elementos de la ciencia ficción

Cada autor del género aborda con libertad sus preocupaciones e intereses, como en cualquier otro. Aun así, es posible trazar algunos de los motivos recurrentes del género en una serie de conflictos:

La inventiva humana. El desarrollo de tecnologías novedosas que ponen en riesgo la estabilidad de la vida como la conocemos, o que impactan de manera catastrófica o injusta o moralmente retadora en la manera en que las sociedades se organizan, como la biotecnología, los viajes en el tiempo, etc.

La aventura espacial. La exploración del universo y las consecuencias positivas, negativas y sorprendentes que ello conlleva, como el contacto con culturas extraterrestres, la formación de gobiernos galácticos, el encuentro con los orígenes del universo, el encuentro con Dios.

Fenómenos naturales imprevistos. La utilización de la ciencia y la tecnología como aliadas del hombre en la lucha por preservar su hogar (cataclismos) o por huir de la extinción a manos de fuerzas naturales impredecibles e indetenibles.

La inteligencia artificial. La robótica y la exploración de la inteligencia artificial, con todas las interrogantes éticas y morales que conlleva, cuando no el enfrentamiento entre el ser humano creador y su creación.

Fragmento de “Viaje al centro de la tierra” Julio Verne.

Desde el principio del viaje había experimentado muchas sorpresas y debía ya estar curado de susto, como se dice vulgarmente, y creerme al abrigo de todas las maravillas. Sin embargo, a la vista de aquellas dos letras que se habían grabado allí 300 años atrás, quedé como embobado, como tonto. No sólo se leía en la roca la firma del sabio alquimista, sino que tenía en mis manos el estilete que la había trazado. Hubiera sido en mí una insigne mala fe poner en duda la existencia del viajero y la realidad del viaje.

 ¡Mientras bullían en mi cabeza estas reflexiones, el profesor Lidenbrockse dejaba arrastrar por su entusiasmo respecto de Arne Saknussemm!

-¡Oh maravilloso genio! -exclamaba-, Tú no has olvidado nada de lo que debía abrir a otros mortales las vías de la corteza terrestre, y   pueden hallar las huellas que tres siglos atrás trazaron tus pies en el fondo de estos subterráneos oscuros ¡Quisiste que otras miradas, además de las tuyas, contemplasen estas maravillas! Tu nombre, grabado de trecho en trecho, conduce directamente a su objeto al viajero que es bastante denodado para seguirte, y en el centro mismo de nuestro planeta lo encontraremos escrito por tu propia mano. ¡Yo también, yo pondré mi firma en esta última página de granito! ¡Pero que desde ahora este cabo, visto por ti desde el mar que tú descubriste, se llame hasta la consumación de los siglos cabo Saknussemm.

! He aquí las palabras que pude recoger, las cuales me comunicaron el entusiasmo que las había dictado. Un fuego interior renació en el fondo de mi pecho. Todo lo olvidé, los peligros de la ida, y los peligros de la vuelta.

 ¡Quería hacer lo que otro había hecho, y nada humano me parecía imposible!
-¡Adelante! ¡Adelante! -exclamé.

Me lanzaba ya hacia la oscura galería, cuando el profesor me detuvo, y siendo él el hombre del frenesí y de los arrebatos, me aconsejó entonces paciencia y sangre fría.

-Volvamos primero a buscar a Hans -dijo-, y acerquemos la almadía a este sitio.
No de muy buena voluntad, me sometí a la de mi tío, y me deslicé rápidamente por entre las rocas de la playa.

- ¿Sabéis, tío -dije, mientras íbamos andando-, que hasta ahora las circunstancias nos han favorecido singularmente?

-¡Ah! ¿Lo crees así, Axel?

-Sin duda, y hasta la tempestad ha servido para volvernos al camino recto. ¡Bendita sea la tempestad! Ella nos ha traído a esta costa, de que el buen tiempo nos había alejado. Suponed por un instante que hubiésemos tocado con nuestra proa (¡la proa de una almadía!) las costas meridionales del mar de Lidenbrock ¿qué hubiera sido de nosotros? El nombre de Saknussemm no se nos hubiera aparecido, y ahora nos encontraríamos abandonados en una playa sin salida.

-Sí, Axel hay algo de la Providencia en que, navegando hacia el sur, hayamos llegado al norte, y precisamente al cabo Saknussemm. El hecho es más que admirable, y hay algo que yo no me explico.
-¡Eh! ¡Qué importa! Lo que debemos procurar es no explicar los hechos, sino aprovecharnos de ellos.
-Sin duda, muchacho, pero...

-Pero, vamos a tomar de nuevo el camino del norte, a pasar bajo las comarcas septentrionales de Europa, Suecia, Rusia, Siberia... ¿qué sé yo?en lugar de hundirnos bajo los desiertos de África o las olas del Océano, y no quiero saber más.

-Sí, Axel, tienes razón, y todo pinta perfectamente, pues abandonamos este mar horizontal que a nada puede conducirnos. ¡Vamos a bajar, abajar, siempre a bajar! ¿Sabes que para llegar al centro del globo no tenemos que andar ya más que mil quinientas leguas?

- ¡Bah! -exclamé- ¡Mil quinientas leguas! ¡No merecen si quiera que hablemos de ellas! ¡En marcha, en marcha!

 Este diálogo insensato duraba aún, cuando llegamos al lado del cazador. Todos los aprestos estaban hechos para partir inmediatamente. No había ni un salo fardo que no estuviese embarcado. Nos colocamos en la almadía, se izó la vela, y Hans hizo rumbo hacia el cabo Saknussemm .

El tiempo no favorecía a nuestra almadía,  un género de embarcación que no ceñía ni picaba bien el viento, ni podía acercarse demasiado a la tierra. Sus viradas eran difíciles, y por consiguiente navegaba mal de vuelta y vuelta. Era casi imposible que bolinease. Con frecuencia, las rocas poco profundas obligaban a rodeos bastante largos para no exponerse a tocar o varar. Por fin, después de tres horas de navegación, es decir, a las seis dela tarde, se alcanzó un punto a propósito para desembarcar. 

Salté a tierra, seguido de mi tío y el islandés. La travesía no había enfriado mi entusiasmo. Todo lo contrario. Hasta propuse para cortarnos la retirada, pero mi tío se opuso a ello. Le encontré singularmente tibio.

-Al menos -dije yo- partamos sin perder un instante.

-Sí, muchacho; pero antes, examinemos esta nueva galería, para saber si hemos de preparar nuestras anclas. 

Mi tío puso en acción su aparato de Ruhmkorff; dejamos la almadía amarrada a la orilla y nos dirigimos, marchando yo a la cabeza, a la abertura de la galería no distaba de allí más que unos veinte pasos. 

El orificio, casi circular, presentaba un diámetro de unos cinco pies; el oscuro túnel estaba abierto en la roca viva y como enlucido por las materias eruptivas a que dio salida en otro tiempo, y su piso o parte inferior estaba al nivel del suelo, de suerte que se podía penetrar sin la menor dificultad. 

Seguíamos un plano casi horizontal cuando, a lo seis pasos, interrumpió nuestra marcha la interposición de una roca enorme.

-¡Maldita roca! -exclamé con cólera, viéndome de pronto detenido por un obstáculo insuperable. 

En vano buscamos a la derecha e izquierda, arriba y abajo, algún paso, alguna bifurcación. Experimenté una desazón vivísima, sin resignarme a admitir la realidad del obstáculo. Me agaché, miré por debajo de la roca. Ningún intersticio. Miré por encima. La misma barrera de granito. Hans dirigió a todos los puntos de la pared la luz de lámpara, pero no se vio ninguna solución de continuidad. Fuerza era renunciar a toda esperanza de pasar. 

Me  senté en el suelo, mi tío paseaba por el corredor a largos pasos.
-¿Pero entonces Saknussemm...? -pregunté yo.

-¿Quedaría detenido -dijo mi tío- por esta puerta de piedra?

-¡No, no! -respondí con vehemencia.

-Ese pedrusco, a consecuencia de una sacudida cualquiera, o por uno de esos fenómenos magnéticos que se producen en la corteza terrestre, ha cerrado súbitamente este paso. Muchos años han mediado entre el regreso de Saknussemm y la caída de este peñasco. ¿No es evidente que esta galería fue en otro tiempo el camino de las lavas, y que entonces las materias eruptivas circulaban por era libremente? Mirad, hay grietas recientes que surcan esta mole de granito, formando con pedazos reunidos, con piedras enormes, como si la mano de algún gigante hubiese trabajado en su construcción, pero un día la corriente fue más fuerte, y este pedrusco, a la manera de una clave de bóveda que falla, se deslizó hasta el suelo y dejó obstruido el paso. ¡Este obstáculo es, pues accidental, y Saknussemm no lo encontró, y nosotros sino lo derribamos, somos indignos de llegar al centro del mundo!

ACTIVIDADES

Teniendo en cuenta la lectura del fragmento anterior  realiza las siguientes actividades:

I. Responde a las siguientes preguntas 
  1. ¿Qué   había   grabado   en   la   roca?   ¿Cuando   la   grabaron?   ¿Puedes adivinar quién fue el autor de lo que había grabado en la roca? 
  2. ¿Por qué piensa el profesor  Lidenbrock que han dejado un grabado en esa roca?
  3. ¿Qué nombre le pone el profesor  Lidenbrock al cabo que ve desde su barco?
  4. El narrador de la historia quería explorar las galerías que le llevaban al centro de la Tierra, pero alguien le pide paciencia, ¿Quién y Por qué?
  5. ¿Quién   es   el   narrador?   Averigua   la   relación   de   parentesco   que tienen el narrador y el profesor Lindenbrock.
  6. ¿Cuánta distancia le queda para bajar al centro de la Tierra?
  7. ¿Qué les frena en su descenso? ¿Quién puso ese obstáculo ahí?¿Supone   este   obstáculo  que   los   protagonistas   se   rinden   en   su objetivo de llegar al centro de la Tierra?
II. Coloca   en   el   cuadro   que   corresponda   los   siguientes   rasgos   de   la personalidad de los dos protagonistas: Es muy culto – Es impetuoso – Es reflexivo – Es valeroso.

                       Profesor Lindenbrock

 Axel

 

 

 

 


III. Elabora un listado de 10 sinónimos y antónimos utilizando palabras de la historia. 

IV. Elabora un listado de 10 prefijos y sufijos utilizando palabras de la historia.  

V. Crea tu propia historia de ciencia ficción. 

Descarga la guía en el siguiente enlace:


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